
Los primeros rayos del sol llegan a la playa. Los ejércitos se han ordenado y todo está listo. La batalla se desencadenará de un momento a otro. No existe alternativa. Debes combatir.
Al hacerlo, pon todo tu espíritu corazón y cuerpo en ello. Lucha centrado, unificado, alineado Lucha incansablemente, día y noche si es preciso.
Mantente vigilante a las cuatro direcciones. Confía en el animal que vive en ti. La batalla tendrá sus valles y sus cimas, sensibilízate y adáptate a ello.
Sé un continuo cambio de un animal a otro, de un elemento a otro. Agua contra roca. Fuego contra metal. Madera contra tierra. De esa manera, jamás podrás ser encasillado en patrón alguno y por lo tanto, serás imbatible.


Así es que empuña tu sable y entra en batalla. Luego de vencer, retírate en silencio. Nada hay por lo que alegrarse. Nada hay que festejar. La muerte siempre trae lágrimas aparejadas. Lágrimas por el que algún día fue tu hermano y debió morir a manos tuyas porque el destino así lo quiso. No porque tú lo quisiste. Nunca olvides eso.