martes, 23 de abril de 2013

La Piedra en el zapato

Todos en algún momento de nuestras vidas hemos sentido la molestia de llevar una piedra en el zapato, enfada pero nos acostumbramos. Eso es justamente lo que buscan algunos sujetos que son la piedra en el zapato, solo les importa que nos acostumbremos a vivir diariamente bajo su insoportable presencia y que vayamos sonriendo por la vida. Así es la vida y es frecuente encontrar a esas piedrecillas inmundas, diminutas que nos hacen tropezar, se introducen en nuestro zapato y no nos dejan caminar.
Que sutil puede ser una piedra en el zapato, no sabemos cómo pudo entrar en el interior del calzado, cuando estamos en movimiento, cuando aun caminamos, entra sin permiso, sin avisar; pero una vez que entra la sentimos, en ocasiones la retamos, otras la ignoramos o soportando la incomodidad que nos causa.
Puedes ponerle un nombre a esta bolita sin forma, que juega con la planta de tu pie, la podemos llamar obstáculo, inconveniente, atraso, envidia, rivalidad, rencor como la llames, lo cierto es que molesta.

A Demóstenes (Político y filósofo griego) una piedra en la boca le sirvió para convertirse en el mejor orador de Grecia.

Albert Camus (Filósofo y escritor francés) relata sobre la mitológica piedra de Sísifo mostrándonos algo sobre humanidad, las piedras son para construir no importa donde estén, siempre y cuando sepamos qué hacer con ellas.

Podemos reírnos de la piedra en el zapato diciendo que no resiste estar en el zapato, que le desagrada mucho el olor de nuestro pie, y por eso nos molesta durante el camino, peleando por salir.

Algo que debemos tomar en consideración es que muchas veces el disgusto que causa la piedra hace que la miremos más grande de lo que en realidad es, y si la llevas por largo rato hace que olvides lo que se sentía caminar cómodamente.

Aunque conocemos la solución al problema, siempre nos gusta pensar en ¿Como es que entro la piedra?. Acaso tiene que ver con el estilo de zapato que usamos, con el camino por donde andamos, por la forma en que caminamos.

Lo cierto es que no puede pasar desapercibida de nuestro caminar si esta en nuestro zapato.

Cuantas piedras caben en nuestros zapatos, envidia, celos, murmuración, chismes, orgullo, mentiras, ira y enojo desmedido, ociosidad, indiferencia, incredulidad, negativismo, etc.

Hay un proverbio chino que dice “quien anda con suavidad llega lejos.”

En un lugar del Asia existía un monasterio donde los monjes que recién se iniciaban en su preparación debían soportarlo todo, incluso nadie sabía el porqué tenían que pasar horas y horas caminado con piedras pegadas en el interior de sus zapatos. Un día llega hacia ellos un maestro nuevo que no los conocía y como venia descalzo le pasan unos zapatos.

Días después le pidió a los monjes escribieran lo que más les molestaba en su preparación, pero que lo hicieran sin temor. No todos, pero una parte de ellos hizo referencia a la piedra del zapato. A la siguiente reunión con el maestro, pregunto:
- ¿A ustedes les preguntaron si les gustaba andar con esa piedra en el zapato o la colocaron dentro sin pedirles opinión?

La mayoría, dijeron que creían que era parte de su preparación, que ya estaban acostumbrados y que así se creaba la tolerancia y la resistencia al dolor, los otros prefirieron callar porque creían que así se formaba la buena convivencia. Pero ninguno contesto claro, sin embargo era obvio que la piedra la pusieron dentro de su calzado en contra de su voluntad.

Hay quienes se pasan la vida con su piedra en el zapato, se torturan, renuncian al camino, se dejan vencer, porque no saben andar con esa molestia; Otros, con espíritu luchador, que no renuncian ante nada, saben que es mejor detenerse un momento y quitarse el zapato, liberarse de la inútil piedra y continuar hasta llegar a su meta, arrancan las cadenas que los detienen.
La vida se construye con valor, con las cotidianidades y experiencias, lo que no nos mata, nos hace más fuertes es parte de vivir.

Revisa tus zapatos (físicos y mentales), aquellos que utilizas para andar de acuerdo al momento o al terreno que pisas; a lo mejor, eso que te incomoda y te molesta, es tan solo una piedrecilla que “cree ser” una montaña y que en el avanzar de tú vida se ha cruzado en tu camino, también puede ser el detonante para que superes los obstaculos.

Solo debes detenerte un momento, sin renunciar, saca esa ponzoña, libérate de su mala influencia y sigue adelante; NO TE RINDAS. No podemos vivir todo el tiempo con ese tipo de molestias, ni dejar a un lado los sueños, lucha si es preciso, eso es vivir… Así lo hacen las almas gigantes.

Vivir es tropezar, caerse, levantarse, no se cae quien no intenta caminar. Las caídas duelen mucho, más cuando sabes que vas a caer, cuando presientes que pisaste mal, cuando vas embocando hacia el suelo y sabes que aunque te sostengas puedes lastimarte, cuando tratan de hacerte caer a cualquier precio.

Te sientes dolorido al levantarte y miras si no te hiciste daño, otras veces te quedas tirado en el piso porque te da risa tu propia caída o el intento que hicieron por tirarte. Te cuestionas, ¿Cómo fue? y nunca encuentras la explicación que te convence. Pero, con la fuerza que tengas, te levantas igual.

¡Caer está permitido, levantarse es obligatorio!

Ten valor, valor es lo que se necesita para levantarse, para hablar; pero también es lo que se requiere para sentarse y escuchar con humildad, para aceptar que no somos perfectos, la humildad de los hipócritas es la más grande de las humildades y el más altanero de los orgullos.

El orgullo engendra al tirano, ser tirano es no ser. Una mentira no tendría sentido si la verdad que la rodea no fuera percibida como peligrosa hacia quien miente.

Sigue tu camino, que la piedra se quedará en el lugar en que la dejes.